Misioneros digitales
¿Marketing para la religión? ¡Claro que sí!
Cuando pensamos en marketing, nos vienen a la mente anuncios de zapatos, ropa, comida, móviles… cosas que usamos a diario. Pero, ¿qué pasa con temas como el pecado, la reencarnación o la santidad? ¿Se puede hacer publicidad de algo tan espiritual como la religión?
No estamos hablando de un Papa o un Dalai Lama anunciando coches o cervezas en la tele. Se trata de entender si las religiones pueden usar las técnicas del marketing.
Necesidades humanas: la base del marketing religioso
Los humanos siempre buscamos satisfacer nuestras necesidades. Si tenemos sed, bebemos agua; si tenemos hambre, comemos. El psicólogo Abraham Maslow explicó que nuestras necesidades van desde lo más básico, como la comida y la seguridad, hasta lo más complejo, como la autoestima y el reconocimiento.
En el marketing, la «materia prima» son estas necesidades humanas, y se usan técnicas para persuadirnos. Si la religión busca satisfacer necesidades, ¿cómo lo hace?
La religión: un producto para todos
Claro, la espiritualidad no se vende por kilos, ni la salvación viene en un pack con gorra y camiseta. La religión no es un producto como unas patatas fritas, ni un servicio como un restaurante. Es más bien una forma de pensar, un conjunto de ideas con las que nos identificamos.
En este sentido, se parece a los partidos políticos, los clubes deportivos o las asociaciones de personas con intereses en común. Las religiones intentan satisfacer nuestra necesidad de creer en algo, de tener una guía espiritual. La que mejor lo haga, tendrá más seguidores.
La fe y el sentido de la vida
Las religiones buscan responder a nuestras preguntas sobre la vida, la muerte y la existencia de un ser superior. Para muchos, la religión da sentido a su vida, les ayuda a sentirse parte de algo más grande y les ofrece apoyo emocional en momentos difíciles.
Además, la religión establece valores que nos guían en la vida y nos ayudan a tomar decisiones éticas y morales.
¿Cómo funciona el marketing religioso?
El marketing religioso usa técnicas para difundir la fe y los valores religiosos. El objetivo es atraer y mantener a los fieles, «enamorarlos» de su producto: la fe.
En el marketing religioso, a los «consumidores» se les llama adeptos, personas dispuestas a pagar por creer.
Hay muchas estrategias: desde visitas a domicilio hasta anuncios en televisión, radio e internet. También se organizan eventos para recaudar fondos y actividades para la comunidad.
El éxito del marketing religioso se mide por la cantidad de personas que siguen la religión y por su capacidad para satisfacer sus necesidades espirituales.
Religión, normas y control social
A veces, la religión puede usarse para controlar a la sociedad, imponiendo normas y valores a través de promesas de vida eterna o amenazas de castigo divino.
Pero no todas las religiones son así. Muchas personas encuentran consuelo y guía en su fe sin sentirse controladas.
La próxima vez que oigas hablar de marketing religioso, piensa que las iglesias, mezquitas y templos son como «tiendas» que venden un producto: la fe y la promesa del paraíso.
Las religiones, al igual que otras organizaciones, usan las últimas tecnologías y redes sociales para llegar a más personas.